domingo, 17 de junio de 2012

Como las abejas

Como las abejas, que mueren después de picar, se arrancan el abdomen, perdiendo toda la sangre, los nervios, líquido, dejándolo caer, y se mueren, se mueren. Imagino su vuelo lento y el dolor. Y se dan cuenta: me voy a morir. Y empieza la abeja a pensar en sus hijos y en su familia y el aire de su infancia y los besos de su mujer de sus amigas de las veces en la playa y en el panal y en la casa y en la miel y lo dulce y lo amargo y el polen y va perdiendo la respiración y los ojos se le van cerrando las alas cansando y de repente, se apaga todo, se apaga todo

y él se rasca y dice

a la gran puta

y la abeja cae muerta, sin llorar.

Como las abejas.
Siento que la piel se me vuelve de otro color, que la gente a mi alrededor ve otra cara, otros gestos, otra manera de sentarme. Ya tengo calculadas las distancias en el espacio, la forma en que me ven, cómo sentarme, cómo hablar. Me siento y veo una pantalla, punto dirigido. Pero en el resto de lugares no hay forma de controlar. Esto es nuevo. Ellos son nuevos y no se cómo me ven. Estoy tan despierto y tan alerta de mi cuerpo, de mis movimientos, de mis ojos. Imagino mi cara y la veo en ángulos extraños, nada atractivos. Veo mi cuerpo enrollado, como bolsa, como cadáver muerto en carretera (o borracho dormido). Y no me gusta, me molesta; el tiempo pasa despacio y la gente se ríe pero yo me quiero cubrir con las sábanas, escuchar una canción, olvidar las miradas. Las miradas me debilitan, me quitan energía. Y me duermo, sin ser visto.

domingo, 3 de junio de 2012

Prefiero el tiempo (volver a escribir)

Prefiero el tiempo delgado, apretujado, que le cueste hacer avanzar las agujas del reloj. Prefiero el tiempo acuoso, con textura de pies con callos, con distancia de seis pisos o seis cervezas o la elección entre dos hombres. Prefiero la tentación del puente, del tren, del viaje a pie o los ladrones entre los matorrales. El parque en la mañana es tan tranquilo es como si no pasara el tiempo pero así lo prefiero el tiempo: delgado, apretujado, con dolor de rodillas y olor a tentáculo o aguja o canción.